Lavar, limpiar y trocear las fresas.
Colocar una olla mediana a fuego lento y añadir las fresas troceadas junto con el jugo de medio limón. Remover durante 8-10 minutos.
Pasar la batidora por la mezcla. El objetivo no es dejarlo todo triturado porque la gracia está en encontrarse algún trocito de fruta en la mermelada, ¿no? Yo recomiendo triturar unas seis veces la mezcla (así a ojo), de manera que introducimos la batidora, la encendemos y la apagamos ese número de veces.
Añadir las semillas de chía y seguir removiéndolo todo durante 5 minutos más.
Transcurrido ese tiempo, apagar el fuego e ir añadiendo poco a poco el edulcorante, hasta conseguir el dulzor deseado.
Verter la mermelada caliente en un tarro, previamente lavado, sin llegar a llenarlo del todo y cerrarlo. Así, conseguiremos cerrarlo al vacío.