No es solo estética. Ni es solo inflamación. Y desde luego… no es tu culpa. Es lipedema.

En consulta nos encontramos cada vez con más mujeres que llevan años viviendo con dolor, hinchazón, moratones y frustración.


Que han probado todas las dietas, que han pasado por endocrinos, drenajes, y mil etiquetas.
Y que, aún así, sienten que nadie les escucha.

Hasta que un día alguien les nombra una palabra: li-pe-de-ma. Y ese nombre les cambia la vida.

Si tu también sientes que...

Quizás no sea falta de fuerza de voluntad. Quizás sea lipedema.

¿Qué es el lipedema?

Es una enfermedad inflamatoria del tejido graso subcutáneo, que afecta principalmente a las piernas, y en algunos casos, también a los brazos. A menudo se confunde con obesidad o retención de líquidos. Pero no es lo mismo y no se trata igual.

Suele estar relacionada con desequilibrios hormonales, problemas en el tejido conectivo y en muchas ocasiones, disfunciones en la circulación linfática.

El problema es que no siempre se diagnostica a tiempo.
Y eso hace que muchas mujeres pasen años creyendo que su cuerpo es el problema.
Cuando en realidad, lo que les falta es información, acompañamiento… y un plan adaptado.

Lo más frustrante es cuando te dicen:

«Haz una dieta antiinflamatoria, ejercicio y ya está»

Como si todas fuéramos iguales.
Como si los estrógenos, la fascia, el sistema nervioso, el aparato digestivo o tu historia clínica no importaran.
Como si se tratara solo de bajar peso.

Pero tú ya sabes que no es tan simple.

Por eso, en Rompiendo Dietas nos hemos especializado en el tratamiento del lipedema y hemos creado un acompañamiento especial. 

Para ayudarte a desinflamar de verdad.
Para que dejes de vivir a dieta y empieces a vivir en paz con tu cuerpo. Siempre desde nuestra visión amable contigo misma y con tu cuerpo.

El lipedema...

Tiene un componente hormonal y genético claro: muchos cuerpos no metabolizan correctamente los estrógenos, y se reabsorben una y otra vez, aumentando su acción proliferativa hasta diez veces más de lo normal. 

Los estrógenos no se eliminan correctamente porque el cuerpo presenta disbiosis intestinales o aumentos de permeabilidad, estreñimiento crónico, disfunción hepática en la sulfatación o metilación, estrés sostenido o mal descanso…

Y si el intestino, el hígado o el sistema nervioso no hacen bien su trabajo… ese exceso de estrógenos queda atrapado en la fascia, endureciéndola, inflamando el tejido conectivo y alimentando el problema. 

Por eso, una dieta antiinflamatoria y baja en calorías no es suficiente. Tal vez como comienzo si partimos desde una alimentación muy desequilibrada, pero no como tratamiento a largo plazo. 

Un gran error: pensar que la cirugía lo soluciona todo

«Me operaré y ya está» o «A mi no me interesa tratarlo porque me voy a operar».

Error.

El tratamiento conservador es imprescindible, te operes o no.

Porque la cirugía si mejora la calidad de vida (y mucho en algunos casos) eliminando tejido, pero no cura la patología. Digamos que solamente te pone en la casilla de salida, dándote la oportunidad de saber cómo actuar al conocer tu predisposición genética y metabólica. Si no cambias tu ambiente hormonal, digestivo, linfático, emocional… el lipedema vuelve. Y lo hace más inflamado y resistente. 

¿Cómo se diagnostica el lipedema?

Hasta la fecha, no existen pruebas específicas. Lo diagnostica un cirujano vascular o un rehabilitador especializado y se realiza por exploración física y criterios clínicos. 

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  • Desproporción bilateral de las zonas afectadas (piernas/brazos) con el resto del cuerpo.
  • Sensibilidad o dolor al tacto en las zonas afectadas.
  • Signo de cuff en muñecas o tobillos (si no hay obesidad o linfedema secundario).
  • Moratones que aparecen sin causa aparente.
  • Historial familiar o aparición en cambios hormonales (pubertad, embarazo, toma de anticonceptivos, menopausia…).

En consulta, te ayudamos a identificar estos signos, recoger tu historia clínica, y si no tienes diagnóstico, elaboramos un informe para que tu médico de atención primaria pueda derivarte. 

Esto no es un plan de moda.

No es una dieta más.

Es un punto de partida real para que empieces a entender tu cuerpo y puedas acompañarlo como se merece. 

Es más que una consulta de nutrición o de psicología, es tu espacio.

Un espacio dónde vamos a mirar al detalle tu historia completa. 

Tu alimentación, si.

Pero también tus hormonas, tu tejido conectivo, tu ritmo de vida, tu nivel de inflamación… y ese cansancio que no se ve, pero que pesa.