Hace décadas comenzamos a oír hablar del fasting intermitente, una forma de poner a prueba y optimizar el organismo para obtener ciertos resultados que deberían ser positivos. Los estudios demuestran que es una técnica eficaz si se lleva a cabo de forma correcta y bajo unos parámetros que hay que tener en cuenta. El problema viene cuando el ayuno intermitente es tratado como una dieta, como una manera exclusiva de perder peso.
El ayuno o fasting intermitente debe ser usado como un complemento de una vida sana, como una herramienta más para optimizar ciertos funcionamientos. Los beneficios de aplicarlo son muchísimos; de hecho, existen diferentes maneras de ayuno y diferentes horas durante las cuales realizarlo. Desde nuestra consulta de psiconutrición Huesca Rompiendo Dietas, siempre intentamos explicarles a todos nuestros pacientes en qué consiste esta forma de ayuno.
Como su nombre lo indica, el ayuno o fasting intermitente consiste en prolongar las horas de ayuno ciertas horas preestablecidas. Habitualmente, solemos ayunar de manera normal entre ocho y diez horas, que es el tiempo que transcurre entre que cenamos, dormimos y desayunamos. Pero el ayuno “forzado” se basa en ampliar ese número de horas de manera voluntaria para poder disfrutar de los beneficios que esto supone.
Debemos ser conscientes de que, aunque hay muchos estudios que avalan esta técnica, no se trata de una dieta al uso, no es un estilo de vida. Cuesta mucho trabajo que esto cale en nuestros pacientes, que solo ven en esta herramienta la opción de dejar de comer durante muchas horas y así poder perder peso.
Es cierto que el ayuno, entre los múltiples beneficios que tiene, suele ayudar a perder peso, es una evidencia. Se ha demostrado que ayunar hace que el cuerpo comience a trabajar de una forma más eficiente: puede ayudar a regular las hormonas, el azúcar en sangre, etc. Pero también tiene una cara B, puesto que si no es aplicado de manera adecuada, puede resultar contraproducente para algunas personas.
Lo que no te han contado sobre el fasting intermitente
Comenzar a ayunar sin preparación ni planificación puede no ser una apuesta segura porque no tenemos la información necesaria. Por ello, en esta ocasión hablaremos de qué puede salir mal o para quiénes no es oportuno hacer ayuno intermitente de 12 o más horas.
Ayunar sin preparación y sin conocimiento
Ayunar no es fácil, y al principio puede costar un poco más porque rompe con nuestros hábitos. Es por ello que, si lo haces sin preparación, es probable que pases unas semanas algo inquietas. Es importante ir adaptando el cuerpo y la mente a este proceso para que el metabolismo funcione bien y comiencen a aparecer los beneficios.
Dependiendo de la dieta o del estilo de vida que llevemos, notaremos mucho los cambios bruscos. Por ello, es mejor ir espaciando la ingesta de comida y reduciendo ciertas cantidades de manera progresiva. Un error común es querer empezar de un día para otro ayunando 16 horas; esto suele provocar que comamos de más, que aumente nuestra ansiedad, etc.
Pensar demasiado en la comida
El factor mental es clave antes de lanzarse a este tipo de alimentación, y muchas personas no están preparadas para ello. La cabeza debe estar en sintonía con el cuerpo para poder llevarlo a cabo y que no sea una tortura. Si nuestra cabeza solo piensa en el número de horas o en la ingesta que vamos a hacer antes o después, quizás es que no estamos preparados para ello.
Es normal que las primeras veces nuestra cabeza nos ponga a prueba, pero si no podemos entretenernos, engullirnos en nuestro trabajo o tarea. Una vez pasado un tiempo hay que parar y analizar. Por desgracia, es habitual que el fasting acabe siendo una herramienta más dentro de un TCA o que el propio ayuno sea el desencadenante de un TCA.
Hay que planificar el ayuno
La planificación es un aliado: no es lo mismo ayunar 12 horas que 16, y la ingesta calórica debe ser acorde a ello. Durante el ayuno es necesario hidratarse bien, llevar un control de las horas y es bueno que la primera comida sea proteica. Por eso, hay que estar preparada y llevarlo a cabo en el momento en que se puedan saciar las necesidades; si no, sería algo contraproducente.
Quiénes no deberían hacer ayuno
Como siempre decimos desde nuestra clínica de psiconutrición Huesca Rompiendo Dietas, el fasting intermitente o ayuno no es válido para todo el mundo. Entre los grupos o personas que no deberían intentarlo, se encuentran:
- Las mujeres embarazadas, dado que necesitan llevar una nutrición mucho más completa y compleja.
- Los niños menores de 12 años.
- Quienes padezcan o hayan padecido algún trastorno de alimentación, dado que el ayuno podría suponer una nueva obsesión.
- Las personas con un índice de grasa corporal bajo.
- Los trabajadores con turnos partidos, nocturnos o complejos.
- Quienes deben tomar medicación en horas de ayuno.